¨Mi hija, el pueblo dominicano es bueno¨, escuché decir a mi padre hace unos años.
Sí. Es un pueblo tan bueno que los golpazos del presente y las sangrientas del pasado no han arrebatado la sonrisa a nuestra gente y el amor para ofrecer un sorbo de café o lo único que tenga a mano.
Reciente, transitaba por los adoquines de la Zona Colonial. ¨Ahí van, muertos de risa, aunque no tengan un peso en el bolsillo¨, expresó la hermana que iba a mi lado, al divisar la muchachada recién salida de una tienda de El Conde.
Ante el abismo y la impotencia por la muerte de Imanol, el hijo de la compañera periodista Miriam Cruz García, he vuelto a confirmar lo que dice mi padre: ¨Mi hija, el pueblo dominicano es bueno¨.
Conmovida y tocada hasta las sienes por la muerte de un muchacho de 16 años -educado, deportista, amoroso- publiqué unas líneas sobre la tragedia que ha removido las fibras de la clase periodística. Nadie queda indiferente luego de ver las lágrimas y escuchar las suplicas hondas de Miriam.
Muchas personas que no tengo el gusto de conocer, escribieron en privado para solidarizarse con Miriam -a quien tampoco conocen-. Y entonces conecté con una madre que ha perdido dos hijos. Un luto doble.
Aquella madre con dos perdidas colgadas en el corazón me dijo que ese dolor nunca se va, que se aprende a vivir con un nudo en el alma. ¨Y tener mucha fe¨, agregó.
Agradecí su gesto en nombre de Miriam y nos prometimos charlar de nuevo para reunirnos en la loma. Le prometí llevar a la madre amiga que necesita oraciones para hallar sosiego entre la penumbra, ausencia y la incertidumbre.
La solidaridad de la ciudad no conoció límites para acompañarla. Ya lo ha dicho mi viejo, el pueblo dominicano es bueno. Definitivamente.
Para comunicarse con la autora: sonriete_gris@hotmail.com
Por: Grisbel Medina R.
Imagen tomada de: https://eacnur.org/blog
